Desde las dehesas del Alberche,
a las montañas del Tiétar
La bodega que dignifica el campo
Los incios de la bodega
Somos Aitor Paul –sumiller– y David Villamiel –viticultor–. Nuestro viaje juntos comienza en 2013 cuando nos conocemos estudiando Viticultura y Enología en Madrid. Después de formarnos, nuestra pasión por elaborar nos lleva a emprender este proyecto.

Fieles a la filosofía «de hacer el vino que nos gusta beber», el proyecto «A Pie de Tierra» emana del respeto al entorno y su tipicidad, con los objetivos marcados de trabajar la uva Garnacha y el Granito de la zona centro.

Una vez reconocido e identificado el potencial de la zona, nos planteamos como objetivo de mayor ambición y con perspectivas de futuro, sacar adelante los viñedos que David recoge como relevo generacional.

Nos aventuramos con estos viñedos viejos para no abandonar el campo, evitar perder unas cepas de gran potencial, así como poder dar continuidad al trabajo y esfuerzo de generaciones; descartando la subsistencia como forma de vida en el entorno rural y dignificar aquello de valor incalculable.

Mirando a Gredos desde los valles que custodian el río Alberche en el corazón de su curso medio, apostamos por la garnacha para representar el puro carácter mediterráneo de la zona centro, a altitudes de dehesa y no de montaña, pero de pronunciadas ondulaciones de granito molido, laderas y lomas donde descansan en sus inmediaciones esos viñedos montaraces que sostienen todavía este característico paisaje.

Valle del Alberche
En el corazón del curso medio del río Alberche, los viñedos se extienden sobre un terreno único que refleja la esencia mediterránea de la zona centro. Rodeados por las suaves ondulaciones del granito molido, estos viñedos descansan en laderas y lomas características que moldean el paisaje con su imponente belleza.
A diferencia de las altitudes extremas de la montaña, estas tierras de dehesa ofrecen un entorno idóneo para la garnacha, que aquí encuentra su máxima expresión. Mirando hacia la Sierra de Gredos, los viñedos, de naturaleza montaraz, conservan el carácter autóctono y tradicional, sosteniendo un paisaje que combina historia, naturaleza y viticultura en perfecta armonía.
En nuestra bodega, elaboramos vinos que son un tributo al terruño y a la tradición. Apostamos por la Garnacha como nuestra uva insignia, cultivada en viñedos viejos de suelos graníticos y arenosos en Méntrida, donde respetamos las prácticas tradicionales de vendimia manual.
Cada botella es una expresión auténtica de nuestro compromiso con el entorno: fermentaciones espontáneas, levaduras indígenas y una intervención mínima que resalta la pureza del vino. Preservamos el carácter único de nuestras uvas y la esencia del paisaje con procesos cuidadosos y naturales, respetando siempre el alma del terruño.